En los últimos días se ha generado un debate, con mejores o peores intenciones, acerca de un posible acuerdo PSOE/PP en lo referente al tratado de Bolonia y a su implantación en la universidad pública española. No pretendo comenzar un debate relacionado con las supuestas bondades de los cambios que se han de experimentar en los próximos años. Lo que sí quisiera es reflexionar acerca de los problemas educativos que hemos vivido en las últimas décadas. Si bien la educación ha de ser la prioridad de nuestros gobernantes, los datos del informe Pisa el 2006 muestran el fracaso del sistema, sin duda debido a la falta de interés de algunos equipos de gobierno tanto nacionales como autonómicos.
Este punto de vista fue defendido por Arturo Pérez-Reverte a finales de 2007 en un texto publicado en un suplemento dominical. Dicho texto muestra la profunda desidia de la clase política por la preparación de las nuevas generaciones que habrán de "tirar del carro" en los próximos años. Serán jóvenes pero ¿estarán lo suficientemente preparados para dirigir nuestro destino?
Este es el texto en cuestión, publicado en XL Semanal, y que una compañera de la Universitat per a Majors (Paqui Vidal) ha tenido a bien hacerme llegar. Creo que merece bastante la pena.
PERMITIDME TUTEAROS, IMBÉCILES
Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros –aquí matizaré ministros y ministras– de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera. No quiero que acabe el mes sin mentaros –el tuteo es deliberado– a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía. De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.
Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia. Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana –que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural–, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña. Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico». O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.
Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente –recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española–. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos». Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p’alante. Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.
Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado.
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La lectura del texto de Arturo Pérez-Reverte me ha dejado impresionado, ya que hace una crítica demoledora y completa del sistema educativo español, de sus males y sobretodo de sus responsables.
ResponderEliminarDada mi fobia por la clase política en general, creo que ganada a pulso, este texto me reafirma en mis convicciones de que esta sociedad se debe movilizar para erradicar a los mediocres arribistas a los que lo único que les interesa, es poder seguir medrando por los siglos de los siglos.
Mi enhorabuena al señor Pérez-Reverte por su tesis sobre la educación en España.
Como bien dice José Manuel, cada dia estoy más desengañada de los politicos que tenemos.¿para cuando la movilización ciudadana? ¿para cuando una autentica reforma de la educación , en nuestro país?. Nosotros , no teniamos necesidad de llevar un rermolque ,para transportar tantos libros, en una enciclopedia lo teniamos todo
ResponderEliminarcompendiado, y mi personal visión en que habia una base mucho mejor que ahora.
En España hacen falta muchos Pérez-Reverte .
Gracias por los comentarios
ResponderEliminarAdicionalmente, permitidme que os diga que, en algún país del norte de Europa, se llegó a la conclusión de que los partidos más importantes debían llegar a acuerdos puntuales en materias relacionadas con la educación, la sanidad y las obras públicas. De esta manera, mandase quien mandase, estos proyectos y leyes no se verían modificados y los ciudadanos sabrían las mejoras y avances que verían en los próximos años en los tres ámbitos básicos.
ResponderEliminarIgual que aquí, ¿verdad? Al fin y al cabo, muchos dirán que tenemos lo que nos merecemos. Sinceramente, yo creo que nos merecemos algo mejor o, cuanto menos, "un desastre mejor coordinado", si se me permite la expresión. Basta de LOUs, LOCEs, LOGSEs y demás pamplinas. Queremos una ley unívoca, hecha para el bien de los estudiantes y no de quienes manden en cada momento, que permita que los estudiantes españoles no sigan viajando en el furgón de cola.
En fin, que me he vuelto a pasar...