El cannabis es una droga que se extrae de la planta “Cannabis sativa” y de la ”Cannabis indica”, originarias de Asia, con cuya resina, hojas, tallos y flores se elaboran las drogas ilegales más consumidas en España: el hachís y la marihuana. Sus efectos sobre el cerebro se deben, en especial, a uno de sus principios activos, el Tetrahidrocannabinol o THC, que está en distintas proporciones según el preparado:
Marihuana: se obtiene triturando las flores, hojas y tallos secos.
Su concentración de THC está entre el 1 y el 5%.
Hachís: se elabora con la resina almacenada en las flores de la planta hembra. El THC está entre el 15 y el 50%.
Aceite de hachís: resina de hachís disuelta y concentrada. La
concentración de THC oscila entre el 25 y el 50%.
Estos preparados se consumen fumados en un cigarrillo liado con tabaco. Es menos frecuente usar pipa o ingerirlos directamente.
El THC, tras el consumo, llega rápidamente al cerebro en donde se acumula y del que se elimina muy lentamente. Aunque sólo se consuma en fines de semana, no hay tiempo suficiente para que se elimine por completo y se va acumulando en el cerebro.
Efectos tras el consumo:
Relajación, somnolencia, sensación de lentitud (en tiempo)
Desinhibición, alegría desmedida, ojos enrojecidos.
Aumento del ritmo cardiaco y de la tensión arterial.
Sequedad de boca, percepción distorsionada.
Empeoramiento del tiempo de acción y reacción.
Dificultad de coordinación
Dificultades para pensar y solucionar problemas.
El cannabis actúa sobre el sistema de gratificación y recompensa
cerebral de la misma forma que lo hacen otras drogas, a través del estímulo de la liberación de dopamina. Por eso, su consumo continuado produce adicción. La adicción aparece entre el 7 y el 10% de las personas que lo han probado y en 1 de cada 3 de los que lo consumen habitualmente.
Hay algunos síntomas que pueden hacer sospechar la existencia de un problema por dependencia del cannabis:
Abandono del grupo de amigos no consumidores.
Desinterés por actividades que no tengan relación directa con el
consumo.
Preocupación por disponer de cannabis. Su uso compulsivo. Problemas de rendimiento escolar o laboral.
Irritabilidad, agresividad, nerviosismo, dificultades para dormir y
disminución del apetito, que ceden con el consumo.
El consumo habitual de cannabis provoca una serie de daños orgánicos y psicológicos considerables.
Efectos a largo plazo:
Problemas de memoria y aprendizaje. Peores resultados académicos. Abandono prematuro de los estudios.
Trastornos emocionales (ansiedad, depresión) y trastornos de la personalidad. Dependencia.
Enfermedades bronco-pulmonares y determinados tipos de cáncer. Trastornos del ritmo cardiaco (arritmias)
Psicosis y esquizofrenia, especialmente cuando se trata de sujetos predispuestos.
Hay mucho más que decir sobre el cannabis:
Situaciones de especial riesgo.
Posicionamiento social. Mitos y realidades.
Adolescencia y juventud frente al cannabis…
Espero tener ocasión de desarrollar alguno de estos aspectos.
Pili Gozalbo
viernes, 2 de abril de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario