Erase un bosque situado muy cerca de una gran mansión donde vivian los marqueses de Ockland con sus tres hijos, dos niñas, Aurora y Lys y un hijo Marcos.
Se acercaba la Navidad y la familia trabajaba adornando el palacio.
Mientras, en el bosque había un pequeño Abeto que crecía cerca de sus padres. Ellos le habían explicado como con la colaboración de una abeja, la flor de su madre había sido polinizada con un grano de polen de su padre y que al madurar, la semilla cayó en tierra y gracias a la humedad germinó y así estaba él creciendo sanamente..
Sus padres le contaban el bien que hacían a sus vecinos los marqueses.
Le decían que ellos daban sombra pera que los tres niños pudieran jugar en los dias calurosos. Que limpiaban la atmósfera de polvos y gases. Que transformaban el CO2 en oxigeno para que pudiesen vivir mejor y más tiempo. Que daban alimentos a las personas y a los animales.
El pequeño Abeto veía a los niños jugar y correr cerca y sentía gran simpatía por ellos.
Pero un día llegaron los criados del castillo y arrancaron y cortaron a su padre, troceándolo en pedazos pequeños.
¿Porqué? Se preguntó llorando.
Llegó un carro tirado por dos mulas y mientras los criados cargaban los trozos del tronco las mulas se comían las ramas de su padre.
Sin dejar de llorar, vió como el carro se fué y descargó a su padre en el almacén.
Por la noche vió como salía humo de la chimenea y era su padre. El pequeño Abeto gritó: Papá!!!, Papá!!!.
Y su padre al verle dijo: No llores hijo, los señores tenían frio y me han pedido ayuda y nada mejor que darles calor con la combustión de mi propio cuerpo, las mulas tenían hambre y también las he saciado.
Nosotros hemos nacido para ayudar a vivir a las personas y a los animales. Yo ya lo he hecho y estoy muy satisfecho.
El pequeño Abeto quedó más tranquilo aunque le costaba entenderlo.
Tres días después le despertaron unos golpes en su parte inferior. Al principio se asustó, pero al ver que eran los criados del castillo quedó tranquilo al pensar que había llegado la hora de dar calor y comida a los humanos, igual que su padre.
Pero cual no fué su sorpresa al ver que lo plantaban en una maceta. No entendía nada.
Se vió cargado en el carro y llevado al salón de la vivienda. Lo colocaron cerca de la chimenea donde pudo ver trozos de su padre quemándose y dándoles calor.
Pronto entraron los tres niños cantando villancicos y enpezaron a adornarle con luces, llenándole de regalos y montando un Belén en su base.
Se encontraba muy a gusto viendo a los señores, a los niños y al servicio cantar comer y divertirse sin tener frio.
Pasaron las fiestas y un día le quitaron todas las luces, los adornos y desmontaron el Belén.
¿Y ahora que harán? Me quemarán para tener calor? Me echarán al establo para saciar el hambre de las mulas?.
Entraron los criados, lo arrastraron hasta el carro, lo cargaron y se lo llevaron al bosque cerca de su madre. Allí lo volvieron a plantar, lo regaron y abonaron.
Y así pudo contarle toda la historia a su madre que le escuchaba contenta y tranquila.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado
domingo, 20 de diciembre de 2009
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