Abrió los ojos despacio. Vio que entraba luz por debajo de la puerta y los cerró inmediatamente, no fuera que los reyes magos la sorprendieran despierta y no la dejaran su muñeca. No podía dormirse pensando si habían recibido la carta que mamá había escrito. Ella no sabía hacerlo ni sus hermanos tampoco.
En la carta decía que se había portado bien, o casi, sólo que no se terminaba la comida. Prometía comer mejor y terminársela a partir de ahora.
Pensó en cómo sería, sin duda, una muñeca grande, con tirabuzones rubios y unos grandes ojos, con un precioso vestido y unos zapatos rojos como los que llevaba la muñeca que veía todos los días en el escaparate de la esquina, cuando iba de camino a la escuela. ¡Sí! Seguro que sería así. Esto la tranquilizo y se quedó dormida.
Cuando se despertó, con la poca luz que entraba en la habitación, no vio ningún paquete. ¿No le habrían dejado su regalo? Se levantó y se dirigió a la puerta. La abrió despacio para no despertar a sus hermanos. Quería ser la primera en ver los regalos.
Encima de la mesa del comedor, entre el tren de su hermano y el osito de su hermana, había una caja. La abrió y dentro había una muñeca con un bonito vestido largo, con mucho vuelo. Era rubia con el pelo largo. Le levantó las faldas para ver sus zapatos y no pudo reprimir un grito: ¡No tenía zapatos! Ni siquiera tenía piernas. En su lugar una cara de color chocolate y grandes ojos negros la miraban boca abajo. La giró y vio un preciosa negrita de rizos negros y de su cintura surgía un vestido de colores brillantes.
Corrió a la habitación de su padres.
- Papá, mamá los Reyes me han traído un muñeca que no tiene piernas
Su madre la cogió en brazos y le dijo.
- No tiene piernas, pero en cambio tienes dos muñecas. Cuando te canses de jugar con una le das la vueltas y juegas con la otra.
María la miró con tristeza y le contestó
- Pero no tiene pies con zapatos rojos.
domingo, 20 de diciembre de 2009
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