domingo, 20 de diciembre de 2009

UNA HISTORIA INFANTIL

Erase una vez una niña pequeña con grandes y lánguidos ojos azules, muy preocupada por todo cuanto acontecía a su alrededor: por que sus padres fueran felices, por que su hermanito recién nacido no llorara y dejara descansar a sus papás…
Amaba cuanto la rodeaba, el colegio, sus profesoras, sus compañeras y además disfrutaba de su entorno tanto vegetal como animal, es decir, le gustaba su jardín y sus mascotas; tenía dos, un perrito y un gatito.
Su mundo era maravilloso si todo hubiese continuado así, pero, desgraciadamente, nada es perdurable y en un momento determinado todo cambió. ¿Qué produjo el cambio? Pues que su mamá enfermó y al poco tiempo murió.
Lucía, que así se llamaba la niña, se sentía triste y para ella no existía consuelo. Su papá se encerró en sí mismo y no quería hablar con nadie, ni siquiera con su hija a la que tanto amaba.
Su tía Marta, hermana de su mamá, se instaló en su casa para cuidar de ellos y hacerse cargo, sobre todo, de su hermano pequeño.
Al cabo de un tiempo, llegó a la ciudad donde vivía Lucía, un circo con sus caravanas, sus trapecistas, sus elefantes etc.etc. La niña, que no se había interesado por nada en los últimos tiempos, motivada por la música y los desfiles de la gente de la farándula, pidió a su tía Marta que la llevara a ver el espectáculo y ésta , aun sin mucho entusiasmo, accedió a los deseos de la pequeña.
Uno de los números circenses consistía en un truco de espiritismo en el que, según se decía en las vallas publicitarias, el Mago Merlino podía ponerse en contacto con los espíritus de los seres que habían abandonado este mundo. Esta posibilidad entusiasmó a Lucía.
Cuando el Mago pidió voluntarios para hacer su número, la niña accedió a subir al escenario. Una vez arriba, Merlino le pidió que le prestara la medalla que colgaba de su cuello, que había pertenecido a su madre, para poder hipnotizarla. En ese momento fue cuando se obró el prodigio. Merlino la hipnotizó y a partir de ese momento ya no existió truco alguno. Lucía empezó a hablar y hablar, como si estuviese manteniendo una conversación con su madre. Primero le contó cuanto la echaba de menos, cuanto la añoraba, cuanto hubiese deseado su vuelta. Entonces su mamá le dijo, en un lenguaje solo inteligible para la niña, que ella era feliz en el lugar donde se encontraba, y desde allí la protegería a ella y a toda su familia durante toda la vida, pero le pedía algo: que volviera a sonreir para poder alegrar la vida de su padre, hacer feliz a su hermano y querer mucho a su tía Marta, quien en ese momento hacía las veces de madre.
Cuando el Mago sacó a la pequeña de la hipnosis, todos pudieron ver que algo maravilloso había sucedido, pues la niña taciturna que había subido al escenario se había convertido en una niña alegre y feliz.
Cuando Lucía regresó a su casa, su comportamiento había sufrido una total transformación. Contó a toda su familia y amigos su experiencia, quienes de nuevo volvieron a sentirse felices y confiados en que, en el futuro, iban a tener un Angel de la Guarda que velaría por ellos por siempre jamás.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

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