martes, 2 de marzo de 2010

Hasta que la ortografía nos separe

Hay varias maneras de juzgar a simple vista: Por la manera de ir vestido, por el idioma que hablas, por la compañía que llevas, etc.

En el lenguaje escrito, la carta de presentación es la ortografía. La sociedad considera que escribir sin faltas es sinónimo de cultura, de una buena posición social, de buen lector… y dejan de lado todos los otros aspectos de la comunicación escrita.

En una composición escrita, también se tendrían que tener en cuenta: la estructura de la frase, la riqueza de vocabulario, las descripciones, el uso correcto de adjetivos, el empleo de las figuras literarias y la claridad en el tema…

Hay profesores que sólo tienen en cuenta las faltas y se acabó. Corrigen las faltas con un bolígrafo rojo y cuando te devuelven el examen parece que viene del matadero. Ya existen manuales que hablan de la manera de corregir.

Si se escucha una lectura en voz alta, las faltas no se notan. No serán tan importantes.

A García Márquez, una vez lo pusieron verde por quitarle importancia a la ortografía.

Leí en un libro, en plan humorístico, en el que un señor se quería suicidar y no lo hizo por si en la carta de despedida cometía alguna falta y era una vergüenza para su familia.

El ordenador nos ha solucionado el problema. Los móviles nos hacen concebir la escritura de otra manera. Y el ser políglotas nos disculpa a veces…. No sé escribir chino pero te entiendo.

Pero aún así la gente opina que el uso correcto de la ortografía es un termómetro
para medir muchas cosas. Será un termómetro de mercurio de los que están prohibidos.



Lázaro

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