Recuerdo, no sin añoranza, que en mis años mozos se cerraban los tratos con un apretón de mano, y tenía la misma validez que si se hubiera firmado el acuerdo ante un notario.
Pero vivimos otros tiempos, no sé si mejores o peores, o simplemente diferentes. Ahora, el apretón de manos sólo significa saludo, carece de otro tipo de valor.
El sentido ético, el bien obrar, porque sí, la honradez era un sentimiento que vivíamos como algo consustancial al ser humano, como la forma natural de ser.
Han pasado unos años, tampoco tantos, (¡todo va tan deprisa!) y parece que los valores éticos están olvidados.
Muchas veces, tal vez demasiadas, el ejemplo que damos a los jóvenes no es el adecuado: valoramos al "trepa" que rápidamente ha llegado a altas cimas, sin importarle a quién ha dejado tirado en el camino. Al político corrupto, pobre, su patrimonio consiste en un piso de poco valor, compartido con su esposa, un viejo coche y una cuenta corriente que está tiritando; u otro que se ocupa de la seguridad vial, tiene un accidente y, oh, llevaba doble cantidad de alcohol del permitido; sabiéndolo conducía, pero, fue solamente un error humano.
Reflexionemos, qué valores hemos transmitido, dónde hemos dejado olvidados nuestros valores éticos. Por qué no hacemos un poco de memoria, miramos atrás un instante y junto al hedonismo ponemos la ética.
RG
martes, 2 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario