martes, 2 de marzo de 2010

Mis Aventuras en Bici

Siempre me han recordado que la vida es una aventura, un don, un camino, donde adquirimos habilidades, experiencias, que unas veces serán vividas gozosamente, y otras truncadas por algo o por alguien. Vivir, implica compromiso, respeto en primer lugar conmigo misma, y con todos las personas que me rodean y su entorno.
¿Por qué he titulado así esta redacción, y a santo de qué viene esta introducción? Muy sencillo. Considero que la vida es una aventura desde que nos levantamos. Es un ir tomando decisiones, acertadas unas veces o no, ante una situación determinada. Una de estas opciones que tomé un día espléndido de primavera, fue coger mi Bicicleta, y darme un paseo por el extrarradio de Castellón, hasta el supermercado “Alcampo”. Como siempre, ponía mi bolso en la cestita, en la parte delantera, y la bandolera sujeta del manillar. Con el ánimo alegre, y canturreando, sin prisas, disfrutando de las florecillas del campo, del sol y de los trinos de los jilgueros, iba pedaleando. Mis pensamientos, cuando salgo de casa son a veces, cantar en silencio o recitar una bella oración que dice algo así como: ”Señor, en el silencio de este día que nace, vengo a pedirte paz, sabiduría y fortaleza. Hoy quiero mirar al mundo con ojos llenos de amor…”, y así murmurando esta oración, me acercaba al fin de mi aventura. Pero de pronto, oigo se acerca un coche por detrás, y sin parar y a través de la ventanilla, me agarran el bolso, que yo tenía en la cestita y sujeto al manillar.
¿Cómo quedé yo querido lector, en ese momento? Pues como puedes comprender, en el suelo e inconsciente, hasta que unos jóvenes que pasaban por allí, me levantaron y como buenos samaritanos me acompañaron al Centro de Salud. Mi aventura ese día terminó allí, sin bolso, sin llaves de casa etc., pero sobre todo, psicológicamente afectada, porque a partir de ese día, tenía miedo de coger mi bici e ir sola por el campo a pasear.
Hoy en día ya he superado esta aventura, gracias a Dios, y me río cuando lo cuento a mi familia y amigos y les digo: ¿por qué aquellos atracadores no me pidieron el dinero o el bolso y respetaron mi vida? De hecho, tiempo atrás, otro atracador, saliendo yo de Mercadona con las bolsa de la compra, me abordó y me dijo: “Señora, si no me da el dinero que lleva encima le atraco. Pues tranquilamente dejé las bolsas en el suelo, le di todo el dinero que llevaba encima, y se marchó tan contento, dándome las gracias, y hasta la próxima señora, me dijo. No salía de mi asombro, ¡qué forma más educada de atracarte, me dije! Me pregunto ¿en qué escuela les abran enseñado estos trucos?, pues por aquellos años, no existía la crisis económica, pero sí muchos robos y atracos por las nefastas drogas. Que Dios les perdone, pues yo ya les he perdonado.
Ahora bien, cuando salgo a pasear, miro a mi derecha, a mi izquierda, de frente, detrás y contemplo el paisaje urbano y humano, pues no soporto que me vengan pisando los talones, y me estropeen otra nueva aventura, por si las moscas…
Mª Socorro Gómez

1 comentario:

  1. Soco, lo próximo que escribas que sea un argumento para una película, pues historias, está visto que no te faltan.

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