martes, 15 de febrero de 2011

15 minutos

El profesor, nada más empezar, nos pide que escribamos alguna cosa durante 15 minutos. Lo que escribamos debe tener sentido, principio y fin.
Así, de pronto, parece que va a resultar imposible. No sé qué puedo escribir. Lo único que se me ocurre es dejar correr el lápiz sobre la cuartilla en blanco que tengo frente a mí y ver lo que sucede.
Es frecuente ver en películas de cine cómo alguno de sus personajes acude a talleres de redacción, de proceso de texto, etc. En la película “Esplendor en la Hierba”, en concreto, y por supuesto en muchas películas americanas con protagonistas jóvenes, dan a entender que la redacción y el proceso de textos es de vital importancia. Textos de Bob Dylan, Shakespeare y otros son muy habituales.
Hoy es mi primera clase del Taller de Escritura. Siempre he querido participar en uno. Me parece un taller interesante, pero sé que no llegaré a redactar como Dylan, tal vez como yo mismo. Y nunca podré tener la imaginación suficiente para poder escribir como lo hicieron Shakespeare y Cervantes.
Recuerdo cuando iba al colegio, allá por los sesenta, siempre me pedían redacciones, pero me indicaban el tema sobre el que escribir. Tenía muchísimo más tiempo para ello y, por supuesto, para pensar. Redacciones como “Un día de excursión”, “Fernando III”, o vida y milagros de algún que otro santo, eran frecuentes. Pero eso está muy lejos. Hoy solo escribo a mis familiares y amigos, algún que otro texto basado en experiencias profesionales en los que poder preparar a compañeros mucho más jóvenes en la profesión y por supuesto, en correo electrónico.
Siempre pensé que escribir sería mucho más fácil, pero no lo es tanto. Ideas puedo tener, pero dejarlas impresas en un papel lo veo muy difícil.
Ya han pasado 15 minutos y el profesor pide que terminemos. El tiempo ha pasado muy rápido y todavía sigo pensando qué puedo escribir.
Miro mi cuartilla y hay algo escrito en ella.
¡Vaya!

Ricardo Rufino Bey

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