martes, 15 de febrero de 2011

TEXTO Y PENSAMNIENTO

El lenguaje escrito deja constancia de lo que se dice. En un principio servía para acreditar intercambios comerciales, propiedades, etc., pero cuando evoluciona es capaz de contener pensamientos, ideas. Se transforma en un lenguaje comprometido, ya que deja constancia de lo que se expresa. Una forma de obviar el compromiso es no escribir. Algunos lo ha hecho y, por supuesto, de la mayoria no queda constancia. Su pensamiento, su ocurrencia, su relato se perdió en la noche de los tiempos.
¿Pero qué ocurre cuando el pensamiento de alguien que no escribe transciende a las generaciones posteriores? Pues que su ideario lo conocemos por referencias. Quine no escribe pierde la oportunidad de que se conozca su pensamiento de primera mano. Pierde el gozo del novelista al ver editada su obra, del poeta que oye recitar a otro su poesia, del docente, que ve como algunos de sus alumnos trabajan con sus textos, y lo que es peor, su pensamiento va a ser maniputado y se va a degradar con el paso del tiempo. Seguramente alguien lo adaptará a sus intereses y al final poco se parecerá al original, con lo que el autor quedará burlado o algo peor. Cuando esto ocurre es disculpable si el no escribir se hace por ignorancia. No podemos exigir que escriban los analfabetos. Cuando el motivo en el miedo o la pereza, cada palo que aguante su vela.
Conclusión: lo escrito, escrito queda, para bien o para mal y la opción de escribir o no, parece un poco mas clara, siempre que vaya acompañada de la dosis adecuada de prudencia.

A.M.

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