Al despertar esta mañana no sabía qué hacer. Me había levantado con los ojos pesados y la cabeza embotada; no había dormido ni bien, ni lo suficiente.
Todo lo que había pensado y programado hacer al día siguiente, la noche anterior, se había diluido y no recordaba nada de nada; de pronto, tropecé con algo y casi me caigo. Mantuve el equilibrio como pude y salí airoso. Había tropezado con un trozo de alfombra doblada y deshilada. ¡EUREKA¡ Ya sabía qué hacer. Cogí la alfombre, me la llevé a la terraza y comencé a coserla con gran practica y rapidez, debido a que sabía coser redes de pesca, y la alfombra era de este tipo. A los diez minutos estaba como nueva. Me sentí contento: había conseguido mi objetivo.
Me dirigí a la cocina, preparé y tomé el primer café del día…..Hummm........., ¡Qué bien me supo¡.
F. N. Ortiz
martes, 15 de febrero de 2011
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Se de la raza de los hombres de mar,manejais bie el punzon de puntos, tejeis las redes como nadie, y el caracter que la mar os ha curtido es un regalo de dioses.Abraçades
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