Decía el otro día un profesor que las revueltas terminan en la panadería de la esquina.
Y es cierto. Ha salido a la luz la corrupción de la familia de Muamar al Gadafi. El excéntrico dictador, junto con sus hijos, ostentan todo el poder político y militar de su país. Sus cuentas y propiedades en el extranjero (incluido España) son realmente escandalosas, contándose en miles de millones de euros.
Mientras tanto, tal como esta pasando en diferentes países del mundo árabe, los ciudadanos descontentos de las situaciones que viven, se movilizan para reivindicar sus derechos y libertades. Un millón de libios, respondiendo a la llamada de mensajes de móviles e Internet, salen, en un principio a las calles.
Ante la posibilidad de perder el poder, la represión ha sido total. Se dispara a los manifestantes y se hace uso de los tanques, e incluso se bombardea desde aviones, causando numerosos muertos y heridos.
Esto ha causado la huida de centenares de personas hacía las fronteras de Túnez y Egipto, creando un enorme problema de refugiados.
La respuesta internacional ha sido, hasta el momento, congelar los bienes del dictador, enviar barcos a la zona e intentar controlar el espacio aéreo.
Espero que todo esto evite una sangrienta guerra civil, independientemente de que Libia sea o no un importante productor de petróleo.
J Bagán
martes, 15 de marzo de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario