lunes, 7 de marzo de 2011

LECHUGAS DEGOLLADAS

Vivimos unos tiempos de la historia en los que ha evolucionado la mente humana de tal manera que, por un lado,parecemos todos tan buenos, tan condescendientes, tan altruistas (que según define el Doctor en Derecho, Rivas, es una forma de ser egoístas), tan justos y tan “pánfilos”, que a cualquiera que no viva por aquí, le podría parecer idílico, lleno de muy buena gente.

Por otro lado, observamos que no deja de haber guerras muy cruentas, muertes de personas inocentes, niños hambrientos, injusticias increíbles, trabajos de esclavitud manifiesta, mentes retorcidas haciendo el mal con consentimiento público, dirigentes políticos que consienten, defienden y se enriquecen con la fabricación de todo tipo de bombas exterminadoras de indefensos niños, sin inmutarse; Presidentes de países de primera línea mundial invadiendo playas públicas e impidiendo el disfrute de ciudadanos, que deberían ser libres para acceder a ellas, con total inmunidad e impunidad y complacencia general, aplaudidos como salvadores pátrios.

Todo esto lo vemos con una naturalidad increíble, incluso espectáculos como el que consiste en ver quién aguanta más en una sauna (dos contrincantes, uno muere en presencia de la gente y el ganador poco después de ganar, está en coma a punto de palmar), pero nos revelamos (en parte, no todos) contra las corridas de toros, como si fueran el mal mundial y su disfrute y su expresión artística fuera la única maldad del “humanoide hispano”.

Menos mal que estamos salvados por aquello de :¡Soy Español!, ¿A qué quieres que te gane?.

En vista de todo este embrollo de las prohibiciones y la falta de libertad expresada en determinadas zonas españolas, cuyo complejo de inferioridad es cada día más patente, tratando de buscar una identidad fuera de contexto, que nunca tuvieron, debemos plantearnos la formación de una plataforma defensora del enunciado de este artículo. El planteamiento sería el siguiente:

-La lechuga es un ser vivo que nace, crece, se reproduce y muere, como un hombre, un perro o un toro, aunque con procesos diferentes de evolución, cuyos sentimientos son todavía desconocidos por la mente humana, porque no se queja al castigo, ni siquiera cuando es degollada-.

¿Te imaginas el sufrimiento de la pobre lechuga degollada, cuando le cortan el pescuezo, derramando su viscosa leche, cual sangre incolora, que impregna el corte degollador, sin que nadie la auxilie?.

¿Has pensado en su agonía, cuando envuelta en un miserable plástico que no le deja respirar, se va quedando mustia, oxidándose hoja a hoja, en un escaparate del supermercado, o en cualquier nevera perdida?.

Urge la necesidad de su defensa, para lo que propongo nombrar como máximo dirigente de dicha plataforma a –PILAR RAHOLA-, que seguro pondrá en guardia a toda la comunidad vegetal.


J. Valencia, Agosto 2010

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