Hace unos meses llegó al número de fax de
George Gänswei, a la sazón secretario personal de Benedicto XVI, una carta
comprometedora dirigida al Papa. Tras haberla leído el Papa, Gänswei la guardó
en su oficina, pues no convenía que alguien la leyese, por esto cuando el padre
George la vio publicada junto con otros documentos secretos supo enseguida que
el traidor tenía que ser alguien de la familia, como se llaman entre ellos.
Otra filtración destapa una carta del cardenal Darío Castrillas con unas
declaraciones del cardenal Paolo Romeo en las que dice que el Papa morirá en
doce meses además de otras declaraciones secretas.
El secretario de Estado, el cardenal
Tarsilio Bertone, ha enviado al exilio a algunos de sus colaboradores más
queridos, entre ellos el nuncio de Su Santidad en EEUU, Carlo María Viganó, a raíz de la divulgación de una carta
dirigida al Papa. En esta misiva se narran diversos casos de corrupción dentro
del Vaticano. Los cardenales lo acusan de ambición desmedida y de dejarse
influir por “ambientes masónicos”.
Joseph Ratzinger, en una lucha encarnizada,
trata de obtener una tregua; según una carta secreta está dejando todo atado
para que su sucesor sea el arzobispo de Milán.
En este pequeño estado lo que esta pasando
viene de antiguo: según la historia ha habido muertes misteriosas,
envenenamientos, traiciones, atentados no esclarecidos, un banco, el Ambrosiano,
que está siendo sometido a una investigación por la supuesta violación de
normas anti-blanqueo. En la bancarrota que hubo en 1982 la Santa Sede aceptó
pagar millones de dólares a entidades extranjeras.
Juan Pablo II recibía en el Vaticano como
un amigo personal al sacerdote mexicano, fundador de los Legionarios de Cristo,
Marcial Maciel, cuya conducta pecaminosa estaba en boca de todo el mundo. Había
numerosas denuncias que lo describían como cínico, amoral y pedófilo. Juan
Pablo II se resistió a que se tomaran medidas contra este sacerdote, el cual
murió en 2008 a los 89 años sin que se hiciera justicia. Joseph Ratzinger
archivó la investigación pero a la muerte de Maciel se supo toda la verdad.
Como es habitual en el Vaticano, jamás se
sabrá quien es el cuervo vestido de purpura.
V. Soler
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