lunes, 18 de junio de 2012

PENSAMIENTOS

Hay momentos en los que me pasaría horas disfrutando, observando los ojos de las personas a las que quiero o rememorando el paisaje de los verdes ondulantes de Galicia en verano. Me vestiría un vaquero, un jersey oscuro, suave y desgastado, una camiseta de algodón blanca y unos zapatos planos para recorrer el mundo... lo tengo claro. Pero a mi alrededor se alza siempre, sigilosa o escandalosa, la tentación del cambio.
Y es que una de las características de nuestra época es que las posibilidades de elegir cómo, dónde y con quién queremos pasar el resto de nuestras vidas se ha disparado. Apenas nos fijamos en ello, porque estamos convencidos de que el progreso significa que en los supermercados, los cines, las librerías, los centros comerciales, los restaurantes, las tiendas e incluso en nuestra vida sentimental, más es mejor.

¿ Realmente la oferta ilimitada nos hace más felices?

EGA

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