En la escuela es donde se inician los cimientos y la base en la educación de los niños, por lo cual se les debe encauzar por un camino honesto y coherente, para que lleguen a ser personas con criterio y sobre todo libres de pensamiento.
España, tras la Constitución de 1978, se proclamó un estado aconfesional; por tanto en nuestro país caben todas las religiones, aunque la Católica destaca en privilegios y forma parte de muchos ámbitos sociales. En un país aconfesional es incoherente que en las escuelas se imparta la asignatura de religión, porque es exactamente una, la Católica. También puede ocurrir que se adoctrine a los niños, ya que los profesores de religión son seleccionados por miembros de la Diócesis correspondiente. Si es un estado aconfesional, ¿qué ocurre con los niños de culturas diversas, de religiones diferentes? Lo importante es inculcarles valores como respeto y generosidad y para eso no hace falta una asignatura: debería formar parte de la educación y formación en las escuelas. La religión es una opción íntima y tradicional de las familias, por eso son ellas las que en conciencia deben inculcar a los niños la religión que crean conveniente.
Para una gran parte de la sociedad, la religión está presente en muchos actos sociales, sin explicarles a los niños lo que representan, aunque sean ellos los protagonistas. De esa forma no se les da la oportunidad de participar sabiendo lo que están haciendo. La religión forma parte de la historia, por tanto, en las escuelas se debería impartir, “historia de las religiones”, para que los niños puedan adquirir conocimientos, y así poder decidir ser miembro de alguna de ellas.
Ser partícipe de alguna religión no es perjudicial si se es coherente con ella, y si no se incumplen los derechos individuales como la libertad y el respeto a las personas.
Josefa Vinuesa
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