Salgo
a la calle y todo lo que veo me dice que efectivamente así es: altos edificios
de cemento, acero y cristal, veloces y potentes coches circulando por calles
asfaltadas, repletas de tiendas-ahora, muchas cerradas-, luciendo en sus
escaparates los artículos más modernos-ordenadores, móviles de ultima
generación, etc.-; restaurantes, bazares chinos (antes todo a cien); a mi lado pasa la gente como si fuera a
llegar tarde, casi corriendo. Incluso me cruzo con conocidos, tan ajenos a la realidad que ni me saludan.
Hace buen tiempo; me siento en una terraza a tomar un
café, cierro los ojos y le doy un repaso mental a la situación en que nos
encontramos. Y se me representan virtualmente, los antiguos señores feudales,
convertidos ahora, en los grandes del
poder económico, como Botín, Rato o Bill Gates; es la nobleza, disfrazada de dirigentes políticos,
gubernamentales, autonómicos, provinciales; la burguesía, formada por
artesanos, comerciantes, médicos, maestros, todos estos con trabajo; y, por último,
los plebeyos, que hoy son los parados, inmigrantes sin papeles, los sin techo;
la iglesia, mas o menos como siempre,
aunque gracias a Dios sin la Inquisición.
Después la
imaginación me traslada a escenarios, tan
parecidos y a la vez tan dispares, como el bosque de Sherwood o Sierra Morena y asoman personajes de épocas pasadas: Robin
Hood, Ricardo Corazón de León, los Caballeros de la Tabla Redonda, Curro Jiménez,
el Pernales y una larga lista, que hoy en día se han reencarnado en
los Indignados del 15M, Manos
Limpias, los Yayoflautas, los
Ecologistas, los Verdes, Cáritas, ONGs: en una palabra, los Salvadores de la Patria. Y con todos estos
pensamientos, con todas estas imágenes deambulando ante mí como si estuviera viéndolas
realmente, llego a la siguiente reflexión,
¿será el siglo XXI una
reencarnación de la Edad Media o todo
esto no es más que una simple enajenación mental producto de la crisis, de la
prima de riesgo o de una tal Sra. Merkel?.
Pero una musiquilla pegadiza me devuelve a la realidad, y viendo mi magnífico
smartphone Samsumg Galaxy II 3G me
hace exclamar: estoy en el Siglo XXI.
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