La principal premisa para poder superar una situación
adversa es perder el miedo y afrontarla como una oportunidad de cambio para
mejorar. En el camino, la proactividad, junto a valores como la firmeza y la
serenidad, es una herramienta muy útil para superar la crisis que nos afecta.
Para revolucionar el mundo con una gran idea sólo hace
falta eso: una gran idea. La fórmula para superar con éxito una crisis como la
que está viviendo el mundo actualmente, sencilla a la par que complicada, es la
receta que está detrás de muchas de las empresas que lideran tanto el panorama
internacional como el nacional.
Por desgracia, no es fácil. Si bien, por una parte, se
dice en las reuniones de dirección de algunas empresas a sus directores que transmitan a los mandos medios que “hay que producir más, hay que bajar
costes, hay que reducir plantilla, hay que… hay que…” por otra parte, en
cambio, no se da ningún aliciente bueno para todo el personal que tiene que
producir.
Lo primero que sentimos ante la crisis que afecta a
todo el mundo, y en especial a nuestro país, es incertidumbre, pues no sabemos
qué es lo que va a pasar ni qué soluciones hay. Esa incertidumbre nos lleva a
la inseguridad y a la preocupación. Aprender a gestionar las emociones en un
contexto así es la llave para superarlo. Cuando se vive una situación como la
actual, las personas tenemos dos opciones: mantener una actitud inmovilista,
esperando que las cosas vuelvan a ser como antes, o bien tener una actitud
proactiva. Cada uno de nosotros somos responsables de nuestra felicidad y no
hay que esperar a que las cosas cambien, sino hacer cosas para que la situación
personal cambie. Si se tiene claro un objetivo, hay que dar los pasos para conseguirlo.
Las personas contamos con herramientas que nos ayudan
a gestionar situaciones críticas. Una de las más valiosas es la capacidad
humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Un
buen ejemplo es Abraham Lincoln, que tras vivir consecutivos fracasos en su
vida, (perdió ocho elecciones, fracasó en dos negocios y sufrió una importante
crisis nerviosa) no desistió hasta llegar a la Casa Blanca. Por lo tanto, hay
que mantener una actitud optimista, tener un código moral sólido, enfrentarse a
los miedos, ver patrones y poner las cosas en su contexto y gestionar el
riesgo, sin olvidar el esfuerzo, la humildad y la perseverancia.
Este país necesita líderes que generen credibilidad,
confianza y coherencia entre lo que dicen y lo que hacen, capaces de lanzar
mensajes útiles y facilitar la ilusión entre las personas, hacer que tengan retos y
que confíen en sí mismos para salir de la crisis.
Las capacidades del ser humano son mucho más amplias
de lo que pensamos y nuestra autoestima y nuestra capacidad de hacer frente al
fracaso son más elásticas cuando la mente está abierta al aprendizaje.
Podemos
aplicar una de las muchas frases de Einstein: “En los momentos de crisis, sólo
la imaginación es más importante que el conocimiento”.
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