La entrada de Toros y Caballos de Segorbe se remonta al año 1386 y se hallan indicios documentados de sus orígenes desde 1900. Es el todo para los segorbinos y sus descendientes, pues sólo pensar en ello hace que suba la adrenalina. Suele concentrar entre 15.000 y 25.000 personas, dependiendo de los días de la semana.
La segunda semana de septiembre empieza todo,
en el valle que se forma junto al rio Palancia. Desde el paseo de Sopeña puede verse cómo seleccionan los toros del día, subiendo por el camino del
Riale. Los toros van acompañados por los pastores y jóvenes, llevándolos al corral.
Llegada la hora, dos de la tarde, se dispara una carcasa, indicando que salen
los toros, desde la calle del Argén, en la plaza de los Mesones. La manada es
recogida por los caballistas y, formando una herradura, dejan los toros en el
centro de ella, pasando por la calle Colón hasta llegar a la plaza de toros (Plaza de la Cueva Santa), con un recorrido aproximado de unos 500
metros.
El buen hacer de los jinetes hace que este encierro
carezca de incidentes, aunque sí es un poco complicado, por carecer de barreras,
pues son los mismos espectadores quienes, de manera extraña, se agolpan unos momentos antes de que bajen los toros,
para ver algo más que la persona que tienen delante. El movimiento
es popularmente conocido con el nombre de baile de “punticas” y precede a la
retirada del público hacia los lados de la calle, abriendo el paso a los doce
caballistas, y la manada formada por seis toros y un manso.
El público, tras haber pasado la manada, vuelve a cerrar
la calle, como si fuera una cremallera, que cuando pasa los toros se abre y
luego se cierra. Así tras su brillante y arriesgado encierro, los caballistas
desandan lo andado, siendo aplaudidos por los espectadores.
FORNAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario