Tan rápido y
fácil fue el ascenso que creímos vivir en el paraíso. Todo era abundancia: se
nos concedía cuanto pedíamos aún sin necesitarlo verdaderamente. Si solicitábamos 10.000€ nos ofrecían 20.000€, para no ir tan ajustados. Nos convencían
los bancos y nosotros, almas cándidas, caímos en la trampa.
Hoy todo es
distinto. También nuestro estado de ánimo, pues la incertidumbre nos hace estar
más nerviosos, preocupados e irascibles de lo habitual y, debido a la falta de
información veraz, algunas veces incluso nos
sentimos impotentes sin saber qué camino tomar y cómo reorganizar nuestro
futuro.
No obstante,
éste no es el primer episodio, y quién sabe si el último que nos toque
afrontar. Por tanto, seamos positivos, ya que todo lo vivido, por negativo que
sea, nos deja una valiosísima experiencia y aprendizaje, adaptación y
superación, pero manteniendo de forma consciente el control de nuestras vidas y
nuestros actos, para evitar convertirnos
en seres insaciables y fácilmente manipulables.
Quizás sea
este un buen momento para rectificar e intentar vivir una vida menos superflua,
preguntarnos si realmente necesitamos tanto para disfrutar plenamente, libres de
tanta carga y ataduras. Ojalá que esta gran “bofetada” nos haya despertado del
letargo envenenado y consumista en el que hemos estado viviendo, cambiemos de
actitud, recuperemos las riendas de
nuestras vidas, la alegría y optimismo. Somos capaces si nos lo proponemos: podemos volver a ser FELICES.
No hay comentarios:
Publicar un comentario