lunes, 11 de junio de 2012

LOS TIRONES CALLEJEROS

Al final  de un viernes que no me gusta recordar, sé que era el mes de Marzo, decidimos salir con dos amigas a tomar algo, más bien a cenar. Tras la cena y la posterior conversación, pensamos que lo mejor sería acompañar a una de las amigas que vivía más lejos para que no le pudiera pasar nada o, mejor dicho, que no la fuesen a atracar.

De regreso a casa con la otra amiga y en hora muy prudencial -las once de la noche-, ocurrió lo que habíamos temido: fui yo la atracada mediante “el gran tirón el bolso”. La sensación que te queda es pésima, te encuentras en la calle semidesnuda, sin nada de lo que tu tanto valoras, las cosas de tu bolso.

La impresión es tan grande que no eres capaz de recordar ningún teléfono familiar, con lo cual no puedes llamar a nadie para que te pueda ayudar. Alguien que en ese momento se encuentra en ese sarao, llama a la Policía, y claro dan una vuelta por la manzana aunque ya no encuentran a nadie; por supuesto el ratero o ladronzuelo ya debe estar lejos

Pasan las horas y tienes que hacer lo que lo Policía te indica: la denuncia en comisaría, la anulación de las tarjetas bancarias, etc., sin olvidar el teléfono móvil, que nunca mejor dicho te puede pasar una buena factura.

Cuando ya estás un poco más serena te das cuenta del gran dolor que tienes en el dedo corazón de la mano izquierda, decides o mejor dicho te indican, que debes acudir al ambulatorio para que te lo revisen, son las dos de mañana cuando te dicen que el dedo está roto y que hay que entablillarlo. El proceso sigue porque pasas al Médico Forense, donde muy a menudo te revisan dicha fractura (en los juzgados, por supuesto).

Terminan dándote el alta, y preguntándote si quieres que el proceso siga abierto, por si encuentran al ladrón y que nunca podrías identificar porque no le has visto la cara.

Espero y deseo que nunca sufráis mi experiencia porque no es nada agradable, aunque sí quiero deciros que podría haber sido aún peor.

UNA VICTIMA DE LA SOCIEDAD EN LA QUE NOS TOCA VIVIR

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