De
regreso a casa con la otra amiga y en hora muy prudencial -las once de la
noche-, ocurrió lo que habíamos temido: fui yo la atracada mediante “el gran tirón el
bolso”. La
sensación que te queda es pésima, te encuentras en la calle semidesnuda, sin
nada de lo que tu tanto valoras, las cosas de tu bolso.
La
impresión es tan grande que no eres capaz de recordar ningún teléfono familiar, con lo cual no puedes
llamar a nadie para que te pueda ayudar.
Alguien que en ese momento se encuentra en ese sarao, llama a la Policía, y
claro dan una vuelta por la manzana aunque ya no encuentran a nadie; por
supuesto el ratero o ladronzuelo ya debe estar lejos
Pasan
las horas y tienes que hacer lo que lo Policía te indica: la denuncia en
comisaría, la anulación de las tarjetas bancarias, etc., sin olvidar el teléfono
móvil, que nunca mejor dicho te puede pasar una buena factura.
Cuando
ya estás un poco más serena te das cuenta del gran dolor que tienes en el dedo
corazón de la mano izquierda, decides o mejor dicho te indican, que debes
acudir al ambulatorio para que te lo revisen, son las dos de mañana cuando te
dicen que el dedo está roto y que hay que entablillarlo. El
proceso sigue porque pasas al Médico Forense, donde muy a menudo te revisan
dicha fractura (en los juzgados, por supuesto).
Terminan
dándote el alta, y preguntándote si quieres que el proceso siga abierto, por si
encuentran al ladrón y que nunca podrías identificar porque no le has visto la
cara.
Espero
y deseo que nunca sufráis mi experiencia porque no es nada agradable, aunque sí
quiero deciros que podría haber sido aún peor.
UNA
VICTIMA DE LA SOCIEDAD EN LA QUE NOS
TOCA VIVIR
No hay comentarios:
Publicar un comentario