Los españoles disfrutamos de
algunos placeres que son nuestros en exclusiva: la sangría, la siesta, el
turrón, los chistes, el ingenio, ... y también el carajillo.
¿Quién no ha probado alguna vez
un carajillo? ¿Quién no lo ha tomado después de una buena comida o una buena
cena o simplemente para hacer frente a un duro trabajo? Y lo ha disfrutado.
El carajillo español se prepara
en un vaso de cristal, con azúcar y ron preferiblemente (pero también se puede
preparar con cualquier otro brandy), se le acerca una llama para prender fuego
y se remueve con una cucharita para que se evapore el licor. Se le añade el
café, unos granos de café, un trocito de limón y otro de canela en rama. Ya
tenemos listo nuestro carajillo.
Existen dos teorías sobre el
origen del famoso carajillo. Una teoría tiene su origen en la guerra de Cuba. Cuando ésta era una
colonia española, se dice que los soldados, para tomar coraje, bebían café
combinado con ron. A este combinado lo llamaban “corajillo”. La segunda teoría
tiene su origen en Barcelona, concretamente en la estación de Francia. Los
arrieros que esperaban su turno de carga pedían café y copa, pero pedían que se lo
mezclaran rapidamente, “que ara guillo” (ahora marcho con prisa).
Está claro, hay que registrar el
carajillo con denominación de origen España, antes de que se nos adelante algún
país “emergente”. Es todo un placer exclusivamente nuestro. Que nadie lo
destruya con falsas imitaciones.
Marieta
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