Al pasear por
las calles de Castellón, si tienes la suerte de que el Servicio de Limpieza haya
pasado en ese momento, las encuentras bien, pero media hora más tarde, ya están
llena de suciedad (papeles, colillas, etc.). Si el paseo es después de una
noche de fiesta y estás por algún barrio donde se concentran los locales de
ocio (por ejemplo la calle Lagasca), aparte de la suciedad se añaden los olores
producidos por la orina. No obstante, una de
las peores cosas, para mí, es cuando tiran un chiclet, que se pega en suelo y
ya no hay manera de quitarlo, si no pasan los Servicios de Limpieza especiales.
Según
estadísticas sobre las ciudades españolas, las ciudades más limpias son las del norte (en primer lugar, Oviedo) y las
más sucias las del Sur (en el último lugar, Jaén); nosotros estamos en mitad de la
tabla.
Cuando estuve
en Viena me impresiono mucho lo limpia que estaba toda la Ciudad, pero lo que
más me llamo la atención fue cuando un Español tiro un papel al suelo, y un
vienés que iba detrás, lo recogió y, sin decir nada, lo echó a la papelera.
El conseguir
que la ciudad esté limpia tiene que empezar por mentalizar a las personas y,
desde niños, tener la paciencia de enseñarles a no tirar nada al suelo (ni
una piel de pipa) y el Ayuntamiento tiene la difícil tarea de conseguir que los
ciudadanos seamos capaces de mantener limpia la ciudad, con normas, y la Policía ha de estar más pendiente de este
problema y no hacer la vista gorda; que se vea que el Ayuntamiento también está
por la labor, que por mucho dinero que gaste en limpieza, no se va a conseguir
si no se cambia la mentalidad de los ciudadanos. No es más limpio quien más
limpia, sino el que menos ensucia.
Ya se sabe que
no hay ciudades sucias, sino ciudadanos puercos.
ÁGUEDA
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