Hoy, gracias a la lluvia, puedo disfrutar de una de mis aficiones favoritas: leer. Estoy sentada en mi butaca preferida, al lado de la ventana, desde la cual observo el cielo gris. El ambiente está relajado. Puedo pensar en la gente a quien no le gusta leer: ¡qué triste!, ¡con lo que yo disfruto teniendo un buen libro en las manos! No obstante, últimamente no se pueden comprar tan asiduamente como antes, debido al precio tan alto que ponen las editoriales; por eso pienso que los escritores han cogido la costumbre de escribir sagas de sus historias para hacernos consumidores sin darnos cuenta de ello.
Creo que muchos lectores como yo nos hacemos socios de las bibliotecas para poder disfrutar de dichas lecturas de nuestros autores favoritos, ya que, con el tema de la crisis, no podemos acceder a ello. He podido leer en algún periodico que han aumentado el préstamo de los mismos, y me pregunto si será porque a la gente de verdad le gusta leer. Yo al final he caído en la tentación de comprar un libro electrónico. Reconozco que no es lo mismo que leer en uno de papel. Es cierto que no se cortan árboles, no se usa tinta, no se contamina el ambiente; en fin, todo lo que nos dicen en la publicidad para terminar de convencernos. Algo sí he conseguido en casa, y es que empiecen a leer, ya que no les gusta leer tanto como a mí, pero parece que la novedad de tener un nuevo aparato tecnológico les ha picado un poquito el gusanillo de la lectura. Veremos con el tiempo si llegamos a ser una familia lectora.
Una lectora.
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